La mente compasiva

Décadas de investigación clínica se ha centrado en sacar a la luz la psicología del sufrimiento humano. El sufrimiento, y lo desagradable que es, a veces tiene un lado positivo al que la investigación no le ha prestado tanta atención: la compasión. El sufrimiento humano frecuentemente está acompaño por hermosos actos de compasión de otros que desean ayudar a calmarlo. ¿Qué impulsa a las personas a servir comida en un refugio para indigentes, pararse en la autopista en un día lluvioso para ayudar a alguien accidentado, o alimentar a un gato callejero?

¿Qué es la compasión?

La definición de compasión suele confundirse con la de empatía. La empatía es definida por los investigadores, como una experiencia visceral o emocional a los sentimientos de otra persona. La compasión a veces, por supuesto, envuelve respuestas empáticas y comportamientos altruistas. Sin embargo, la compasión es definida como la respuesta emocional que hay al percibir un sufrimiento, y desata un auténtico deseo de ayudar.

¿La compasión es natural o aprendida?

La compasión es una respuesta natural y automática que ha asegurado nuestra supervivencia. Investigaciones de la Universidad de Chicago, demostraron que inclusive las ratas sienten la necesidad de empatizar con otras ratas en sufrimiento e intentar ayudarlas. Estudios realizados con chimpancés e infantes humanos (lo suficientemente pequeños para haber aprendido reglas de cortesía) también responden a este instinto. La compasión, sin duda puede ser un rasgo de la evolución natural. Sin ella, la sobrevivencia y florecimiento de la especie no hubiese sido igual.

La compasión tiene sorprendentes beneficios para la salud física y psicológica

La compasión ha favorecido la supervivencia debido a los increíbles beneficios tanto físicos como mentales y en general para el bienestar.

La razón por la que un estilo de vida con compasión nos lleva a un estado de bienestar psicológico puede ser explicada por el hecho de que el acto de dar es placentero, igual o más, que recibir. Un estudio cerebral llevado a cabo por el neurocientífico Jordan Grafman del Instituto Nacional de Salud demostró que los “centros de placer” en el cerebro, que son partes de cerebro que se activan cuando experimentamos placeres (como un postre o dinero), son igualmente activados cuando observamos a alguien dar dinero para la caridad o cuando recibimos dinero. Dar a los demás aumenta nuestro bienestar mucho más que cuando gastamos dineros en nosotros mismos.

¿Por qué la compasión es buena para nosotros?

Un estudio evaluó los niveles de inflamación celular en las personas que se describen a si mismas como “muy felices”. La inflamación celular es la raíz del cáncer y otras enfermedades, estos niveles suelen ser bastante altos en personas que viven bajo mucho estrés.

Efectivamente los valores de inflamación son más bajos en personas con un alto nivel de felicidad porque viven su vida con propósito o significado (compasión, altruismo). La compasión te protegerá del estrés debido al hecho de que genera placer. Finalmente, una manera adicional en el que la compasión incrementará tu salud es incrementando el sentido de conexión con otros. Si la gente a nuestro alrededor está feliz, nosotros, en consecuencia somos más felices.

Cultivando la Compasión

Cultivar la compasión no requiere de años de estudio y se puede alcanzar rápidamente. La práctica de la compasión es entendida como importante para la salud tanto como un ejercicio físico y como dieta saludable, las técnicas empíricamente validadas para cultivar la compasión son bastantes accesibles; la práctica de la compasión ha sido aplicada en las escuelas, hospitales, prisiones, la milicia y otras comunidades.


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